En 1974, en el Hospital General y Clínico de Tenerife se usaba el oftalmoscopio binocular para la localización del o de los agujeros retinianos. Para la indentación escleral disponíamos de un rectángulo de silicona dura, del cual obteníamos pequeños trozos tallados manualmente con un bisturí. El tamaño variaba según zona a obturar. Años más tarde llegaron las esponjas de indentación, lo que significó dejar atrás los tallados manuales.
El taco o la esponja de silicona era fijado a la esclera. Su grado de indentación y correcta localización determinaba el bloqueo del agujero, lo que era confirmado por oftalmoscopia indirecta. De no ser satisfactoria, se volvía a recolocar hasta lograr la obturación del agujero. En general, un agujero obturado implicaba un desprendimiento con alta tasa de reaplicación anatómica.
Otro elemento fundamental de la cirugía escleral, fueron los cerclajes. Inicialmente utilizando el Hilo de Arruga. Posteriormente se usaron bandas de cerclaje obtenidas manualmente de una fina capa de silicona trenzada. Todo ello se abandonó con la llegada de las bandas de silicona suministradas por la industria.
Disponíamos de varios calibres escogidos a criterio del cirujano. Como señalamos anteriormente los primeros cerclajes se hicieron con el Hilo de Arruga usando seda de calibre grande. Se fijaba cercano al ecuador y su grado de tensión determinaba una indentación más o menos intensa. En algunas ocasiones, el hilo perforaba lentamente la esclera, introduciéndose en la cavidad vítrea (*), hecho que se aprecia en la presente imagen
El taco o la esponja de silicona era fijado a la esclera. Su grado de indentación y correcta localización determinaba el bloqueo del agujero, lo que era confirmado por oftalmoscopia indirecta. De no ser satisfactoria, se volvía a recolocar tantas veces hasta lograr la obturación del agujero. En general, un agujero obturado implicaba un desprendimiento con alta tasa de replicación anatómica.
En 1974, en el Hospital General y Clínico de Tenerife en lugar del hilo de Arruga, se preparaba una banda de cerclaje de unos 3-4 mm, la cual se obtenía cortándola de fina malla de silicona con un trenzado interior. La fijación y el cierre de la banda se hacía con sutura de seda y más tarde de dacrón.
Años después, D. Mónico Darías, insigne auxiliar del quirófano 4 del Hospital General y Clínico de Tenerife nos propuso obtener pequeños cierres de los tubos de silicona del equipo de vitrectomía. Así lo hicimos, y fue otro paso hacia delante. Mas tarde supimos que ya estaba inventado y que recibía el nombre de cierre de Watzke.
Las fotos recogen el taco de silicona rígida (*) de la cual se obtenía el pequeño trozo a implantar sobre la esclera, bandas de cerclaje de silicona de calibres de 2.4 y 4.1, y un explante 507- T de la empresa Mira, que presentaba un canal central por donde pasaba la banda de cerclaje. A esos calibres habituales de 2.4 y 4,1 mm, hubo una época que se añadían carriles más amplios de indentación para intentar resolver mediante cirugía extraescleral roturas retinianas posteriores o inicios de PVR.
La cirugía extrascleral con explante, cerclaje y pexia, con o sin punción, está siendo abandonada por los jóvenes cirujanos de retina y vítreo, lo que es un error, dado que las diálisis y los desprendimientos crónicos frecuentes en miopes jóvenes, son tributarios de esta técnica y no de vitrectomías.