Cuando llegué a la Especialidad en los años 70 del siglo pasado, nuestras herramientas terapéuticas eran muy limitadas y lo mismo ocurría con las presentaciones farmacéuticas. Algunos tratamientos, como el Colirio de Nitrato de Plata que se usaba en los niños recién nacidos como profilaxis de la conjuntivitis o la Pomada de Óxido amarillo de Mercurio con la que se curaba la infestación de ladillas en las pestañas, además de que eran una tortura, recordaban etapas de la Medicina ya prescritas.
Los colirios aún venían envasados en frascos de cristal y las pomadas se usaban con profusión, así como los lavados oculares, acompañados de su lavaojos de cristal.
Ya teníamos algún antibiótico y el más empleado era el cloramfenicol, muy eficaz por cierto, aunque se retiró del mercado por su elevada toxicidad incluso en colirio.
El mejor antiinflamatorio era cualquier midriático antes de que pudiéramos recurrir a los corticoides tópicos y los glaucomatosos caminaban penosamente hacia la ceguera acompañados del tormento de los colirios de Pilocarpina.
Por supuesto, ni viscoelásticos, ni soluciones intraoculares lo que convertía cualquier cirugía en una aventura de alto riesgo.
Aún no habíamos sufrido la invasión de las multinacionales farmacéuticas y modestos laboratorios como Collado, Llorens, Óculos o Cusí eran nuestros únicos proveedores.
Cada pieza individual contiene un espacio dónde conversar.
Debate con nosotros el contexto e historia de las piezas para arrojar juntos sentido sobre su origen.