En 1983 el instrumental en la cirugía retinovitrea prácticamente no existía. Solo una fuente de luz y un vitrectomo con irrigación coaxial. Mientras los oftalmólogos, simplemente no estábamos en la microcirugía, los ORL disponían de instrumental de microcirugía para la cirugía de oído. Probablemente sus microforceps y microtijeras, sirvieron de base para el futuro desarrollo del instrumental retinovitreo.
Con los años, comenzaron a aparecer microforceps, microtijeras, micromanipuladores, micropinzas, y cánulas de aspiración con puntas de silicona de 20 gauges y reutilizables.
La firma Grieshaber fue referente por su innovación, calidad y también por sus precios. Su aportación a la cirugía retinovitrea fue notable. Existía la opción de utilizar un único mango al cual se le intercambiaban sus terminales transformándola en diferentes tijeras y fórceps según dirección y angulación.
Con los años, llegaron otras firmas, y todas ellas, nos han llevado a la actualidad donde disponemos con múltiples instrumentos, todos desechables y calibre de 23, 25, 27 y 29 gauges.
Dentro de lo que se conserva en el Aula de la Facultad de Medicina de la ULL, contamos con algunos micromanipuladores que se empleaban para realizar microretinotomías controladas en áreas paramaculares, posteriormente inyectar BSS subretiniano, generando un desprendimiento controlado para a continuación, a través de la retinotomía inicial, introducir un microforceps y extraer la membrana neovascular coroidea. Por cierto, siempre mayor de la que esperamos. Era una técnica traumática, pero que estabiliza el escotoma y permitía visiones de 0.10 en los bordes del área macular. Con la llegada de la terapia fotodinámica (TPD) y posteriormente la TPD con corticoides intravítreos, la cirugía retinovitrea de la MNVC se dejó de realizar, pero es un eslabón que debemos recordar en la lucha contra la DMAE.